Organizada por la Presidenta de Manos Unidas, Dª Araceli Santiago, y auspiciada por la Subdirectora del campus en Málaga de la Universidad Internacional de Andalucía, Dª Belén Bahía, se celebró el viernes 21 de abril, con la presencia entre el público asistente de los nietos del Dr. Gálvez Ginachero, Dª María José García-Morato, Dª María de Haya y D. Miguel Gálvez, una conferencia sobre “El proceso de beatificación de Gálvez Ginachero” en el edificio Mena, a cargo del postulador de la causa, Francisco García Villalobos.
En primer lugar, el postulador señaló cómo en ocasiones las ideas preconstituidas sobre las causas de beatificación, e incluso sobre la misma santidad, difieren mucho del verdadero sentido de las mismas. Frente a los estereotipos clásicos de hombres y mujeres consagrados y con una vida espiritual extraordinariamente intensa, que inducen a pensar que sólo un apartamiento del mundo permite la santificación, el postulador citó textos del magisterio papal reciente sobre cómo la santidad no es una prerrogativa sólo de algunos, sino un don ofrecido a todos, por lo cual constituye el carácter distintivo de todo cristiano.
Se refirió después a los procesos de beatificación en general y su sentido hoy: junto a consideraciones más estrictamente teológicas, los santos constituyen modelos visibles, cuyas vidas ayudan a la realización de la propia santificación de los fieles cristianos.
Centrándose en el proceso de Gálvez, glosó el trabajo realizado estos últimos años, durante los que han sido interrogados docenas de testigos y examinado más de 3.000 documentos en una veintena de archivos; realizándose asimismo un escrutinio de los escritos del Siervo de Dios por parte de dos censores teólogos que han examinado su total conformidad con la doctrina de la Iglesia Católica.
El postulador manifestó que a su juicio, que somete al de la Iglesia, después de un examen minucioso de su vida, puede considerarse que Gálvez es un firme candidato a la santidad, tanto en su vida ordinaria como en las dramáticas circunstancias que le tocó vivir durante la II República, la Guerra Civil y la posguerra. En momentos de gran odio y división fratricida, Gálvez actuó conforme al mandato divino del amor y el perdón, salvando muchas vidas de personas de los dos bandos en conflicto. Constituye así el Siervo de Dios, ante el hombre y la mujer del siglo XXI, un modelo vigente de cristiano comprometido, para que admirando su vida y obra, con nuestro esfuerzo cotidiano, con entusiasmo, ejecutando importantes proyectos o simplemente haciendo lo que debemos en nuestra profesión y con nuestra familia, podemos hacer de nuestro mundo un lugar un poco mejor, un lugar un poco más humano.