( José Diego Farré Portales
Profesor Del Colegio Salesiano de Málaga
Publicado en el Diario Sur)
Hoy, mis queridos lectores, les voy a hablar de una foto.
Una hermosa foto que hace ya muchos años D. Enrique Fernández Cruz, que fuera director del Colegio Salesiano en los años 19S3-59 y 6S-66, me enseñó un día, cuando el ya estaba jubilado y residía en el colegio, y en la que aparecía D. José Gálvez Ginachero.
Era de 1947. Esa foto me fascinó desde la primera vez que la vi.
La volví a contemplar en la exposición celebrada en Málaga del 21 de febrero al 6 de marzo de 2015, donde se mostraban gran cantidad de imágenes sobre su vida y su obra.
Y ustedes dirán, mis improbables lectores, pues anda que vaya noticia.
Hay cientos de fotos en las que aparece el Dr. Gálvez.
Sí, cierto, pero esta tiene algo especial o a mi me lo parece. Don José está de pie en el patio del Colegio Salesiano malagueño.
Es la entrega de premios de fin de curso.
Se encuentra a la sombra de los plátanos orientales del patio.
En torno a D. José se ve un mar de cabezas de alumnos y sus familiares.
Una imagen del Sagrado Corazón está junto a una de las grandes ventanas.
Habría habido un servicio religioso, música, algún discursito, recitado de poesías y mucha alegria juvenil de la chiquillería asistente.
Sabemos que todo esto le encantaba a D. José. No solía faltar nunca. Incluso el 19 de marzo se celebraba todos los años una velada en su honor, con motivo de su onomástica, y en la que el Dr. Gálvez repartía caramelos, chucherías y dulces entre los jóvenes acogidos en nuestra casa.
Don José era el genio de la lámpara para nuestro colegio.
Los niños corrían alborozados a su encuentro cada vez que pisaba el colegio y lo rodeaban cariñosos.
D. José, que los atendía como médico de la Casa, los conocía a todos y siempre tenia alguna palabra de consuelo para el afligido.
Don José, lo dudáis acaso, era un santo.
Pero volvamos a la foto. Sí, fotos de estas tenemos unas cuantas. Sí, Pero esta es especial.
D. José está ya muy mayor, la foto es, ya se ha dicho, de 1947.
Se le nota muy cansado. Su pelo y su barba ya son completamente blancos.
Y él viste completamente de negro.
Su cabeza está inclinada hacia delante, como vencida.
Se le nota el peso de la vida.
Parece atento a los chavales que recogen un diploma, pero D. José, lo intuyo, está pensando.
Su mirada, un poco ausente, lo delata.
¿En qué piensa D. José, Cooperador Salesiano gran bienhechor de nuestro Colegio y de las Escuelas del Ave María, médico ilustre que ha atendido incluso a la Reina, director del Hospital Civil, exalcalde de Málaga? ¿Piensa en los muchos mo mentos felices vividos en este patio, siempre bien recibido por los pobres padres salcsianos y por sus desharrapados niños acogidos bajo su amparo? Como buen salesiano y como médico.
D. José sabia bien del valor de la alegria, siempre presente en el Sistema Preventivo de Don Bosco.
¡Y cuánta alegria llevó él a lo largo de su vida a estos pobres desamparados con sus donaciones y con su presencia!
¿Veis la mano del santo, que al estilo salesiano, reparte siempre alegría a los afligidos? ¿O acaso piensa D. José en los malos, terribles, momentos también vividos en este patio. Cuando la guerra lo convirtió en cuartel del odio y la muerte.
Y allí fue conducido y detenido, por los anarquistas de la FA1, entre insultos y vejaciones mientras podia ver en su entorno la profanación de nuestra capilla y la ruina del colegio que tanto había ayudado a levantar?
A D. José se le ve triste. Está, pero no está.
¿Qué piensa D. José? ¿Se acuerda de los nueve ¡nueve! salesianos asesinados al comienzo de la guerra? Mártires salesianos que murieron a manos de los propios malagueños.
A todos los conocía. Con todos pasó agradables veladas colegiales y los atendió cuando estaban indispuestos.
¿Se acuerda especialmente de su amigo Francisco Miguez, j ven salesiano encargado del Oratorio, que habia explanado, con ayuda de los chavales del colegio, el campo de fútbol de Segalerva en 1925 y que fue quemado vivo en el Camino de Suárez tras pegarle un tiro del que no murió? El primer salesiano asesinado en Málaga. 15 de agosto de 1936. Los horrores de la guerra.
¿Se acuerda D. José de la in certidumbre vivida cuando su hija Josefina, casada con el avia dor Carlos Haya, fue apresada y llevada como rehén a Valencia por las autoridades de la Repú blica, dejando desgarrado su co razón de padre? D.
José está triste. Se le nota.
Los santos, no hay más que leer a Santa Teresa (la de Ávila y la de Calcuta), también tienen malos momentos en los que se les vienen a la mente muchas cosas.
Pero D. José está ahora en su casa, entre los suyos y por encima de este momento de tristeza seguro que percibe el cariño de la familia salesiana.
el cariño de una ciudad que lo adoró y lo de fendió, que lo amó viendo en él, desde muy pronto, a un verda dero santo.
D. José moriría cinco años después de ser tomada esta foto.
Y nadie en Málaga dudaba, como ocurrió a la muerte de la madre Teresa de Calcula, de que habían tenido la suerte de convivir con santo, un verdadero hombre bueno que pasó por este mundo siempre haciendo el bien.
Ahi es nada.