El 27 de noviembre de 1943, en un solemne acto celebrado en el Hospital Civil, se le impuso al Dr. Gálvez Ginachero la Cruz de Beneficencia de Primera Clase.
La prestigiosa Orden Civil de la Beneficencia había nacido casi un siglo atrás, en 1856, para premiar la caridad y el esfuerzo de los que se habían destacado especialmente en el auxilio a los infectados por la epidemia de cólera morbo asiático. De sus modalidades, la de Primera Clase -la que recibió Gálvez- conllevaba el uso de la placa y podía concederse a los funcionarios o particulares que prestaran servicios extraordinarios de caridad[1]. La insignia consistía en una estrella con remates en globillos de oro. Esmaltada en blanco, en su centro circular mostraba superpuesta la representación de la caridad con la figura de una matrona que acoge a dos niños, con una orla con la inscripción “Fortitudo – Charitas – Abnegatio” (Fortaleza – Caridad – Abnegación). Realmente la distinción más apropiada que pudiera imaginarse para quien había realizado más de ciento cincuenta mil asistencias durante su prolongado y fructífero matrimonio profesional con el Hospital, y había soportado en su propio peculio la siempre endémica escasez de fondos del mismo.
Se conserva el expediente que se instruyó en el Gobierno Civil. En él quedó de manifiesto resumidamente la extraordinaria labor que Gálvez desarrolló en pro de sus conciudadanos. Vale la pena reproducir el cuerpo del expediente, que por una vez se aleja de la frialdad arquetípica de los documentos administrativos. Reza así:
GOBIERNO CIVIL DE LA PROVINCIA DE MÁLAGA
SECRETARÍA – NEGOCIADO 3 – AÑO DE 1943 – 2641
ASUNTO: Ingreso en la Orden Civil de Beneficencia de Don José Gálvez Ginachero.
Instructor: A.T.
Secretaria: M. L. L.
Instruido este expediente a solicitud de la excelentísima Diputación provincial y por orden de V. E. que obra al folio 1, de lo actuado aparece:
Que don José Gálvez Ginachero, doctor en medicina, de 77 años de edad, ha dedicado toda su vida al servicio de la humanidad. El 27 de noviembre de 1893 ingresó en el hospital de San Juan de Dios, de esta capital, como médico sin sueldo, y el 7 de enero de 1895 obtuvo por oposición la plaza del cirujano. Nunca ha dejado de prestar sus servicios profesionales con una asiduidad y celo extraordinarios, sin limitar su actividad a las atenciones de aquel establecimiento, y realizando todos sus trabajos con un desinterés, espíritu de caridad y amor al prójimo, que hacen de su figura un modelo ejemplar de caballero cristiano; conducta seguida constantemente en su larga vida profesional. Son numerosísimas las obras benéficas efectuadas. De los dictámenes oficiales y de las diversas declaraciones de personas del mayor relieve moral y científico, pueden resumirse así:
En 1893 comienza a prestar sus servicios en el hospital de San Juan de Dios; en 1923 fue nombrado director del mismo, cargo que desempeña hasta hoy. Cuanto representa y vale dicho hospital, a él se debe. Trabaja incansablemente, desatiende su clínica particular por sus enfermos del hospital; no percibe haber alguno pues lo aplica con demasía en mejoras de sus servicios; crea diversas salas (maternidad, leprosería), y pone al servicio de las enfermas de tal centro su clínica particular; crea el servicio de matronas para atender científicamente las ramas de Obstetricia y Ginecología, consiguiendo organizar un cuerpo preparado y suficiente para toda la provincia; hace donativos de radio, atiende además con hatillos y pecuniariamente a sus enfermas que jamás abandona por esfuerzos y molestias que su asistencia pueda suponer.
Contribuyó eficazmente a la creación de las escuelas del Ave María donde se presta asistencia a 800 niños, cediendo el local que ocupan y atendiéndolos constantemente con donativos y cuidados siempre desinteresados. A su influjo se mejoran notablemente, se instalan comedores, y acepta la presidencia del Patronato para su mejor desarrollo, siendo el alma y vida de la institución.
Gestiona con las autoridades de Madrid y Málaga la constitución del Tribunal Tutelar de Menores y a su labor persistente se debe su fundación.
Sostiene varias becas en las Escuelas de San Bartolomé (Salesianos) y presta gran ayuda a los talleres de imprenta.
A sus trabajos se debe el funcionamiento de la Casa de Socorro de la Trinidad contribuyendo económicamente a su organización.
Logra también que con su experiencia se constituya en Madrid bajo su dirección la Escuela de Matronas de Santa Cristina.
Merced a sus gestiones particulares y a sus desvelos se compró primero el solar y luego se construyó el Sanatorio Marítimo de Torremolinos, el que durante varios años anteriores a su organización actual subsistió gracias a un patronato que presidió el doctor Gálvez, ayudando con donativos para su sostenimiento.
Es fundador del dispensario sito en el Colegio de San Manuel.
Dió los gastos de representación que le pertenecían durante su actuación de Alcalde para la constitución del nuevo Seminario.
Fundó la Hermandad Médico-Farmacéutica de San Cosme y San Damián, evitando así graves errores morales en la especialidad que cultiva.
Durante su actuación de alcalde en Málaga atendió la beneficencia no percibiendo nada de lo que le correspondía por su cargo, y haciendo donativos de su propio peculio, creó un medio de asistir a los necesitados y dio orden a su administrador para que no dejara ninguna persona sin atender.
Crea un premio denominado «premio Gálvez» para recompensar el día de San José de cada año, al bombero que más se distinga por su abnegación y heroísmo en los siniestros.
Como socio de las Conferencias de Paúl, aparte de sus donativos, visita todavía a los enfermos de su distrito semanalmente, a pesar de su avanzada edad.
Es conocido en todos los centros católicos y científicos por su labor social caritativa y desinteresada que siempre ha realizado.
Inició la creación de una gran casa de Maternidad cuyo proyecto está terminado.
Atiende a numerosos centros benéficos con sus servicios profesionales y donativos.
Y todo ello además valorado por una labor constante, admirable y callada de protección a cuantas personas a él se acercan, de lo que es muestra las declaraciones que obran en estas actuaciones.
Los hechos citados caben plenamente en las circunstancias 2ª, 3ª y 4ª del artículo 4º del R.D. del 29 de julio de 1910 y también en todo el artículo 5º pudiendo ser así recompensado con el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia con el distintivo morado y blanco.
Vista la anterior disposición y el D. de 26 de abril de 1940,
El instructor que suscribe tiene el honor de proponer a V.E. se solicite de la superioridad la concesión del ingreso en la Orden Civil de Beneficencia con la recompensa citada a Don José Gálvez Ginachero.
V.E. no obstante con su superior criterio, resolverá.
(…)
MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN
DIRECCIÓN GENERAL DE BENEFICENCIA Y OBRAS SOCIALES
EXCMO. SEÑOR:
Con esta fecha se dicta por este Ministerio la siguiente Orden:
Visto el expediente instruido para definir sobre la procedencia de ingreso en la Orden Civil de Beneficencia de DON JOSÉ GÁLVEZ GINACHERO, vecino de Málaga, RESULTA:
Que de orden del Gobernador Civil de aquella provincia y a instancia de la Excma. Diputación provincial, se ha instruido expediente para depurar los méritos contraídos por el expresado señor a cuyo favor aparece un historial resumido en los siguientes hechos: (…) Sería interminable reseñar al detalle las obras benéficas en que colabora y de las que es principal mantenedor, así como su labor de protección a cuantas personas apelan a sus sentimientos generosos.
Visto el R.D. de 29 de julio de 1910 y D. de 26 de abril de 1940.
CONSIDERANDO:
Que se ha instruido expediente por los trámites que impone el art. 7 del primero de los preceptos citados y aparecen probados hasta la saciedad los hechos referidos, por el testimonio de las autoridades, personas de representación y garantía, testigos de gran excepción por razón de su cargo para enjuiciar la labor del doctor Gálvez, y particulares reconocidos a sus beneficios.
Que el doctor Gálvez a lo largo de toda su vida, ha logrado distinguirse de modo extraordinario en la práctica de la caridad, organizando entidades para atender a los necesitados, a los que ha ofrendado sus servicios profesionales y peculio particular y demostrando en todo momento el sacrificio del interés personal en bien de aquellos, labor ésta que tiene fiel expresión de recompensa y premio en las varias circunstancias del artículo 6º del Real Decreto de 29 de julio de 1910,
Este ministerio ha tenido a bien conceder al Doctor DON JOSÉ GÁLVEZ GINACHERO el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia con distintivo blanco y categoría de Cruz de primera clase, como comprendido en las circunstancias del artículo 6 del Real decreto de 29 de julio de 1910.
Me complazco en comunicárselo para su conocimiento y efectos procedentes, remitiéndole adjunto la Orden original para su entrega al interesado.
Dios guarde a V.E. muchos años
Madrid 17 de noviembre de 1943
En el acto de entrega de la Cruz, uno de los discursos que se pronunciaron en el Hospital fue el del Alcalde de Málaga (y también médico) D. Manuel Pérez Bryan, que analizó la vida de D. José en sus facetas profesional y benéfica. «La primera –dijo D- Manuel-, en un porcentaje crecido, se desarrolla dentro de esta casa, y principalmente en esta sala. Crea los servicios de Obstetricia y Ginecología. Aporta sus propios medios al engrandecimiento de las clínicas, y no hay detalle moderno que no se implante, estando siempre sus salas a la altura de las más modernas del extranjero. Acude rápido a cualquier hora del día y de la noche, siempre con la sonrisa en los labios, y ahora, cuando los años le permiten que estuviera alejado de la vida activa, da ejemplo siendo el primero en llegar y como buen capitán de la nave, el último el abandonarla. Aplica los descubrimientos científicos bien controlados en la curación de sus enfermos, pero cuando no ve garantía en el éxito, es abstencionista. Es decir, ante el camino dudoso para salvar una vida, prefiere no intervenir. Cree en Dios y espera siempre más de Él que de los investigadores. Comprendiendo la importancia que tiene la asistencia post-operatoria de sus enfermos, organiza y forma un plantel de auxiliares que constituyen su Escuela de Matronas. Dirige en tiempos de epidemia los servicios encargados de combatirla. Llega al leproso, enfermo doblemente desgraciado, prodigándole su consuelo. Busca y consigue la unidad entre sus compañeros. En fin, no hay rincón de la casa que no conozca, mi tragedia que no mitigue. Es, pues, su actuación la de atender cristiana y científicamente al necesitado«. El alcalde analizó también su labor benéfica en el Asilo de los Ángeles, «casa familiar de la ancianidad«; en las Escuelas del ave María, «vivero de obreros cristianos«, y en San Bartolomé, «escuela taller«. Por último reseñó su labor en la Alcaldía durante los tres años que la ocupó, señalando las obras que llevó a cabo en favor de Málaga. «Quiero terminar abrazando al doctor Gálvez Ginachero en el nombre de Málaga y de sus compañeros de esta casa, pidiendo a Dios que nos lo conserve durante mucho tiempo para bien de Málaga y de los enfermos«.
Todo esto ocurrió hace ahora 70 años. Ya no podemos abrazar físicamente al Dr. Gálvez, que falleció en 1952. Pero hoy, en 2013, su recuerdo sigue vivo, y su extraordinaria obra vigente. Ambos son para nosotros prueba de que el profesional -y también el político- pueden y deben ejercer sus altas funciones en la sociedad con un carisma de servicio. Sólo de ese modo podrá el país superar el marasmo moral y la crisis económica que lo asolan. Por ello, para perdurar la vigencia de su ejemplo y como reconocimiento póstumo a su vida y su obra, el Colegio Oficial de Médicos ha solicitado al Ayuntamiento de Málaga el nombramiento de Hijo Predilecto de la ciudad de Málaga al Dr. Gálvez, y pedido a todas las instituciones que deseen reconocer su labor que se sumen a esta iniciativa.
Este expediente administrativo, como aquél de 1943, nos podrá servir, como bien dice el Presidente del Colegio de Médicos, el Ilmo. Sr. D. Juan José Sánchez Luque, para que, siguiendo el ejemplo vivo del Dr. Gálvez de dar lo mejor de sí a los más desfavorecidos, «en estos tiempos que corren, donde parece que todo vale, miremos hacia su figura porque nos transporta a otros tiempos que contenían unos valores que debemos recuperar«.[2]
[person name=»Francisco García Villalobos» picture=»» title=»Postulador de la Causa Jose Gálvez Ginachero» facebook=»http://facebook.com» twitter=»http://twitter.com» linkedin=»http://es.linkedin.com/pub/francisco-garc%C3%ADa-villalobos/23/b52/776″ dribbble=»http://dribbble.com»][/person]
[1] El reglamento de 29 de julio de 1910 establece que para ser recompensado con el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia, con Distintivo Blanco, será preciso que concurran algunas de las circunstancias siguientes.
«Primera. Haberse distinguido de modo extraordinario en la práctica de la caridad, organizando entidades para atender a los necesitados, entregando donativos cuantiosos, en proporción con la fortuna del donante, para fines benéficos, dotando fundaciones, contribuyendo al establecimiento de asilos, o demostrando notoriamente el sacrificio del interés personal en bien de los necesitados.
Segunda. Realizar trabajos propios, de los cuáles resulten positivos beneficios para la humanidad o adelantos que se reflejen en el bienestar de las clases pobres; y
Tercera. Contribuir de modo relevante a la moralidad de las costumbres, al progreso de los estudios en orden al bienestar de los ciudadanos o realizar cualesquiera otros actos de positiva importancia y relieve análogos a los anteriores. «
Durante la instrucción del expediente quedó en evidencia que en Gálvez concurrían todas y cada una de las circunstancias anteriores.
[2] Diario Sur, 11 de marzo de 2013