El Dr. Gálvez y la máquina prodigiosa

Me encontraba hace unos días en el despacho del Director Titular del Colegio Salesiano. El director es nuevo en la plaza. Se llama Antonio Gil. Es de Teruel y ha llegado a Málaga destinado desde El Campello (Alicante), donde también estaba ejerciendo el servicio de director. Es un hombre afable y cordial que es músico, escritor y poeta. Estábamos hablando de poesía pues le había llevado, debidamente dedicado, mi último libro publicado, “Otoño en La Concepción”, que es un paseo otoñal poético y fotográfico por nuestro bello jardín malagueño, que él aún no conoce.

Hablando, como les digo, con D. Antonio, mi mirada se posó en un bonito cuadro del Dr. Gálvez Ginachero que allí se encuentra colgado. Ya les conté hace tiempo, mis queridos lectores, cómo nos robaron en los años noventa el hermoso marco de madera tallada que se encontraba en nuestra coqueta sala de espera y que enmarcaba una soberbia fotografía en blanco y negro de un señor con gafitas redondas, noble faz y bondadoso aspecto. Ese señor era nuestro bienhechor, el eminente doctor D. José Gálvez Ginachero.

De la foto y del marco nunca más se supo, pero a raíz de ser publicado mi artículo en SUR se puso en contacto con nosotros un amable señor, D. Francisco García Gómez, quien nos dijo que había comprado por esas fechas, en el rastro de Martiricos, un retrato del Dr. Gálvez y que a lo mejor era el nuestro. Pero no, lo que nos robaron era una foto y lo que él poseía era un óleo. Habló con el entonces director, D. Felipe Acosta, gran persona, buen director y mejor amigo, hoy destinado en la bella isla de Tenerife, y D. Francisco terminó regalando el cuadro al Colegio Salesiano malagueño. Ya se pueden imaginar nuestra alegría pues volvíamos a tener una imagen de D. José nuevamente con nosotros. Hoy se encuentra, como les digo más arriba, debidamente colgado en el despacho de nuestro director.

Le estaba explicando todo esto a D. Antonio, cuando me vino a la mente una bella historia de generosidad que me contó hace mucho tiempo el historiador salesiano D. José Sánchez Cotán, quien la relata en su obra “Cien años de presencia salesiana en Málaga. 1894-1994” y de la que fue protagonista D. José Gálvez y que un servidor les va a contar ahora en este artículo.

Pero situemos debidamente al Dr. Gálvez en su relación con los salesianos. Hay que decir que D. José fue un gran Cooperador Salesiano, que es una de las tres formas que D. Bosco ideó de ser salesiano. Hoy se denominan Salesianos Cooperadores y hacen sus votos temporales de adhesión a la Sociedad Salesiana, en la que ayudan y colaboran en su gran abanico de actividades sociales y pastorales sin por ello dejar de tener sus familias y sus actividades profesionales.

Dña.Carmen Ginachero, la madre de D. José, fue también Cooperadora Salesiana y seguramente inició a su hijo en la profunda devoción a Mª Auxiliadora y en las virtudes de nuestro Sistema Preventivo, verdadera joya educativa que los salesianos han difundido y utilizado con éxito evidente a lo largo y ancho de nuestro planeta. El Dr. Gálvez, como les digo, fue un gran bienhechor de nuestro colegio, sin cuya ayuda, en momentos muy difíciles, todo hubiera sido mucho más complicado para los hijos de D. Bosco en su labor de ayuda y acompañamiento a los jóvenes más desfavorecidos de nuestra sociedad.

D. José Gálvez fue un verdadero santo. ¿Quién lo puede dudar hoy en Málaga, a estas alturas de la difusión de su obra y su permanencia en el sentir popular malagueño? Su ayuda económica y como médico, a los salesianos, pobres de solemnidad, fue siempre discreta pero eficiente y oportuna.

En 1917 era director de nuestro colegio D. Gregorio Ferro Saborido, que lo fue de 1917 a 1920. Este sacerdote salesiano, nacido en la provincia de Orense y formado en nuestro colegio de Sarriá (Barcelona), fue hombre de gran valía, de carácter bonachón, pero un maestro y un pedagogo excepcional según cuentan las crónicas. Pues bien, D. Gregorio le habló al Dr. Gálvez del mal estado de la imprenta del colegio, una máquina ya vieja y que funcionaba a trancas y barrancas con frecuentes arreglos artesanos e ingeniosos, pero que se veía claramente que iban a durar poco. D. José oyó en silencio y pidió visitar el taller de tipografía para ver con sus propios ojos el estado de la imprenta.

Hay que aclarar que una buena parte de los pocos ingresos de los colegios salesianos provenían de sus talleres tipográficos que solían tener muy buena fama. Ayuntamientos, diputaciones y empresas particulares solían confiar sus impresos a las muy prestigiosas tipografías salesianas. Si nuestra máquina dejaba de funcionar el quebranto sería grave para la economía de nuestra casa.

D. José se marchó, siempre discreto, y a los pocos meses llegó a Málaga por ferrocarril, procedente de Barcelona, una flamante máquina Minerva de último modelo, para nuestro taller de tipografía. D. José Gálvez, calladamente y con gran dedicación, había hecho todas las gestiones necesarias y había pagado de su siempre generoso bolsillo esta magnífica imprenta que fue bautizada con el nombre de “Venerable Juan Bosco”.

El día 3 de enero de 1918 fue escogido para la bendición de la máquina por parte del Sr. Obispo Auxiliar de la diócesis, D. Manuel González y García, en presencia de los gobernadores civil y militar, el delegado regio de enseñanza D. Narciso Díaz de Escobar y la numerosa familia salesiana malagueña acompañados de todos los jóvenes acogidos en nuestra casa. El Dr. Gálvez y su esposa fueron los padrinos de la nueva imprenta. Una auténtica máquina prodigiosa que convirtió a nuestro taller de tipografía en uno de los mejor dotados de la Málaga de su tiempo.

Durante toda su vida no cesaron nunca los actos de ayuda de todo tipo al Colegio Salesiano por parte de este hombre bueno que fue el Dr. Gálvez, verdadero modelo para las personas de bien y verdadero tesoro moral para la Iglesia. El día, esperemos no muy lejano, en que suba a los altares será para nosotros una gran alegría, pero no una sorpresa. Porque D. José Gálvez está siempre en nuestro recuerdo como un verdadero hombre santo de auténtico corazón salesiano.

José D. Farré Portales.
Profesor del Colegio Salesiano de Málaga.

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