El Rvdo. D. Lisardo Guede (1925-2013) en su obra “Historia de Málaga II. Sanidad y Beneficencia, 1994” dedicó un capítulo al
Dr. Gálvez Ginachero. Por su interés, y el cariño con que está redactado, reproducimos dicho capítulo (pp. 150-159), escrito con la característica prosa de nuestro llorado D. Lisardo.
José Gálvez Ginachero «Medicus pius, res miranda»
La frase: «Un médico piadoso, cosa admirable», brotó de los benditos labios de Pío VII, el 2 de diciembre de 1804, al serle presentado el eminente doctor Don José de Récamier con motivo de la ceremonia de coronación de Napoleón I por emperador. A la verdad, es también un magnífico marco para encuadrar la figura y la obra de nuestro Don José Gálvez, réplica viva del científico y del cristiano en la misma pieza y a la hora en que tales prendas viajaban, generalmente, separadas.
Por haber sido el malagueño que supo encamar en sí mismo el estudio, la fe, el trabajo y la caridad, bien ganado se tiene el campeonato entre los miles de malacitanos que han dedicado su ser y su haber al servicio de sus conciudadanos. Para que perviva en el recuerdo y oriente las conductas de todos, vale la pena recoger y estampar aquí los datos históricos que hitan su densa biografía, principiando con la primera página escrita sobre él: su fe de bautismo: «En la Ciudad, de Málaga, provincia y Obispado de la misma en siete de Octubre de mil ochocientos sesenta y seis; Yo D. Rafael Díaz, Teniente encargado en el Curato de la parroquia del Sagrario de esta Santa Yglesia [Catedral] bauticé solemnemente a un niño que nació el veinte y nueve de Septiembre anterior a las diez y media de su noche; hijo legítimo de Don José Gálvez, del Comercio, y de doña María del Carmen Ginachero, naturales de ésta; Abuelos Paternos, Don José y Doña Teresa Andújar naturales, él de Lucena y ella de ésta; y Maternos Dn. Carlos y Doña Angustias Vulpius, naturales de ésta; al cual puse los nombres de José María Carlos Luis Gonzaga Miguel de Santa Teresa: no han tenido otro hijo de este nombre. Fueron sus Padrinos los Abuelos Maternos á quienes advertí su obligación y parentesco; y testigos Dn. Juan y Eduardo Téllez de esta vecindad, doy fe – Rafael Díaz»
La sola lectura del acta bautismal ya nos dibuja el área en que inició sus primeros pasos haciendo verdad, en lo que al niño compete, la frase de Pío XII: «La familia es el vivero en que nace y crece el hombre del mañana», y esta otra de Alfonso X «Ser padre es facer que los fijos lleguen a acabamiento de ser homes». Este sano ambiente de su hogar y su buena índole hicieron que él recogiera y asimilara, mejor que bien, las cuatro notas que caracterizan a todo andaluz auténtico, no pudiendo tenerse por tal aquel a quien alguna falte: franco, acogedor, religioso, y perspicaz, magnificadas por su esmerada educación.
Cursó las enseñanzas primaría y media, con brillantes notas, en Málaga. A los 15 años pasó a la facultad de medicina de Granada, donde se tocó con la birreta de Doctor y notas de summa cum laude a los 22 años, el 31 de mayo de 1890: Rara avis in terris, lo mismo entonces que ahora.
Animado por sus profesores, compañeros y deudos, con las mieles del doctorado en el paladar, la presión de su carisma y el entusiasmo juvenil, partió, a ampliar sus ya vastos conocimientos, para Francia y Alemania. En París fue discípulo de Pínard, Farabeuf y Varnier Y en Berlín practicó en las clínicas de Olshausen, Martín y Vert.
Su regreso a casa fue a finales de 1893. Ya con nosotros, dejó caer su ojo clínico sobre una necesidad tan dilatada y profunda como su acervo cultural y su caridad ardiente: la ginecología y la puericultura. Recuérdese que los malpartos y fallecimientos infantiles eran, por entonces, algo de cada instante, por estos pagos; sólo en el hospital local de Archidona hubo días de fallecer hasta 10 pequeñuelos. El departamento de Obstetricia del Hospital Civil Provincial de San Juan de Dios fue su campo de estreno, sin sueldo. Este no percibir dineros parecía atizar más el fuego de su ardiente caridad y reforzar su vis o carisma científico, envuelto en una sencillez y modestia tan elegantes que, sin él buscarlo, le llevaron a que nucleara la vida entera de nuestro Hospital. Este su técnico y caritativo hacer desde su llegada, en 1893 prestigiaron tanto nuestro primer centro sanitario provincial que la primera mitad de este siglo trajo a Málaga los mejores médicos españoles, para aprender del Maestro de su ramo.
Pero no era sólo la medicina materno infantil su ocupación. La enseñanza y la psiquiatría supieron también de sus afanes.
La segunda llevóle a ser, con la Reina Madre, cofundador de la Casa de Salud Santa Cristina, en Madrid. E1 28 de junio de 1904 bendíjose y púsose la primera piedra de este sanatorio, presentes ambas majestades: la real y la científica. Don José fue Director de la misma desde el 29 de abril de 1916 al 28 de mayo de 1930, pasando a Presidente del Patronato de la entidad hasta su muerte, simultaneando las tareas de Madrid con las de Málaga, que acá eran muchas, como después se verá.
Ahora toca citar al 20 de agosto de 1904 para ver su partida de matrimonio, al que llegó casi por chiripa, porque ni de tiempo disponía para buscarse esposa, de tan consagrado que vivía al estudio y a los pacientes: «En la ciudad de Málaga, capital de su Obispado y Provincia, á veinte de Agosto de mil novecientos cuatro. Nos el ilustrísimo Señor Doctor Don Gregorio Naranjo y Bares, Deán de esta Santa Yglesia Catedral y Gobernador Eclesiástico sede Plena de esta Diócesis desposamos y casamos, en la Yglesia del Hospital Noble, filial de la Parroquia del Sagrario, por palabras de presente, que hicieron verdadero y legítimo matrimonio, y acto seguido velamos y dimos las bendiciones nupciales según el Rito del Ritual Romano al Señor Don JOSÉ GÁLVEZ GINACHERO, natural y vecino de esta Ciudad, de treinta y ocho años de edad, soltero, domiciliado en la calle del Cister, número cinco, hijo legitimo de Don José Gálvez Andújar y de la Señora Doña María del Carmen Ginachero Vulpius, viuda, con la Señorita Doña MARÍA MOLL SAMPELAYO, natural y vecina de esta Ciudad, soltera, de treinta y seis años de edad, habitante en la calte de San Agustín número diez y seis, é hija legitima de Don Miguel Moll Cerdá y de la Señora Doña María del Carmen Sampelayo Mosqueira, ambos difuntos. Precedieron para ello todos los requisitos legales y las tres canónicas amonestaciones que dispone el Santo Concilio de Trento, las que se leyeron en la Misa Parroquial de los días festivos diez y siete, veinte y cuatro y veinte y cinco de Julio anterior, sin que resultase impedimento alguno. Confesaron y Comulgaron y fueron aprobados en Doctrina Cristiana. Fueron padrinos de la velación los Excelentísimos Señores Don Salvador Solier y Pacheco y Doña María del Carmen Ginachero Vulpius, viuda de Gálvez, siendo testigos Don Juan Silion Berganza, Don Cayetano Luca de Tena, Don Baldomero Gil Ghiara del Peral, Don José Novillo Jertret, Don Jerónimo Mendiola Urbina, Don Manuel de Lara Alcalá y Don José Collantes Delgado. Y para que conste firmo la presente partida — Gregº Naranjo”.
Frutos del sacramento fueron sus tres hijos: José, Mª Carmen y Josefina.
Doria María Moll debía ser una esposa como Fray Luis de León enseña en La perfecta casada ¿Por qué? Pues, porque a su vera no interrumpió su viandanda ni cambió el ritmo médico Don José Gálvez. Y bien notorio es lo que influye una pieza de la pareja humana en la otra, sobre todo al principio de la convivencia plena.
En 1912 inaugura Don José su sanatorio particular. Religioso y gran psicólogo como él era vio claro ser este gamito humano el más necesitado de auxilio. Bien convencido de la fuerza de la religiosidad en pro de la curación bautiza al nuevo lar con el nombre de María Auxiliadora, poniendo a los pacientes y plantilla sanitaria bajo el amparo de esta Madre celestial. Todavía hoy lo certifica una lápida de mármol verde a la entrada misma del sanatorio. Su copia literal queda recogida en el número 12 de nuestros hospitales ahora vivos.
Su entrega a la labor proyectada de mejorar la sanidad y el estudio, aunque le ganase envidiosos, le fue aupando sobre el buen sentir de las personas decentes: la mayoría. De la mano de su cada día superior reputación fue ascendiendo a puestos de la máxima responsabilidad:
1921 a 1924 Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Málaga.
1923-11-23//1932-IX-26
1934-VII-16//1936-IX-29 } Director del Hospital Civil Provincial.
1937-II-8//1952-IV-29
Su cese en la dirección del Hospital Provincial el 29 de septiembre de 1936 tiene una motivación, en aquel momento intolerable para los de turno en el machito del poder la religiosidad de Don José. Aquellos esbirros no se atrevieron a «pasearle» cuando tantos sacerdotes, religiosos y devotos cristianos fueron martirizados aquí, sin más razón que el odium fidei. Atreviéronse eso sí, a llamarle al juzgado, para condenarle. No quiso abogado de oficio, ni otra defensa que la personal. Cuentan que al entrar donde le esperaban unos depravados, autoconstituídos en jueces, fiscales, secretarios, alguaciles y toda la parafernalia de la ignorancia resentida, fueron sus primeras palabras, endosadas personalmente a unos cuantos de los reunidos:
—¿Y tú me citas aquí, cuando me debes la vida, pues te saqué del vientre de tu madre, en trance de morir los dos?
Abochornados unos, avergonzados otros y sin hombría todos, dejáronle libre. Pero para que no se evadiera o pasara a la zona nacional, retuvieron a su hija Josefina, como rehén. …El 8 de febrero de 1937, a solicitud unánime del Cuerpo Facultativo y de toda la plantilla laboral del centro, la Excma. Diputación Provincial le repuso en la Dirección del Hospital, que conservó hasta su deceso.
La estima de su persona y su labor sanitario-educativa llevóle al sillón de la Alcaldía de Málaga el 3 de octubre de 1923, para dejaría el 10 de abril de 1926. Como no podía ser menos, la asepsia o limpieza urbana y todo lo sanitario tuvieron en él su mejor padrino. Recuerdo haber leído que fue miembro de la Adoración Nocturna, pero como entonces no tenía en proyecto este libro, no anoté la fuente. Sirva de pista a los adoradores jóvenes esta referencia, si alguno la lee.
La gratitud, que aún no ha muerto, reconoció y recompensó los esfuerzos de su ciencia y de su caridad, con los siguientes nombramientos y títulos, entre otros:
1922 Gran Cruz del Mérito Militar
1947 Gran Cruz de Alfonso X El Sabio
1952 Medalla de Oro del Trabajo
… Pero corno todo astro luminoso tiene su ocaso, también a este sol de Málaga le llegó su desaparecida, por no decir su entrada, en la vida eterna. Así lo relata el Libro de Difuntos de la Parroquia:
«En la Ciudad de Málaga, a treinta de abril de mil novecientos cincuenta y dos Yo D. Manuel Ballesteros Jiménez, Pbro. Cura Propio de esta Parroquia del Sa-grario de la S. I. Catedral mandé dar sepultura eclesiás-tica al cadáver de D. José Gálvez Ginachero, de ésta, notabilísimo Doctor en Ginecología, de ochenta y cinco años e hijo de D. José Gálvez Andújar y Doña Carmen Glnachero Vulpius, que falleció ayer en su Sanatorio de calle S. Agustín, recibidos los Stos. Sacramentos. Fue sepultado en el Cementerio de S. Miguel. Y para que conste, autorizo la presente partida, fecha ut supra – M. Ballesteros«
A decir verdad, la precedente acta de defunción ya no es del todo exacta, ¿por qué? Pues, porque el 23 de febrero de este ato de 1993 sus restos fueron depositados en una bóveda del santuario de la patrona Ntra. Sra. de la Victoria. Y con ellos los de su esposa, su hijo y otro familiar, presentes sus familiares y el párroco Mons. José Sánchez Platero.
De algunos —muy pocos— de los que le conocieron he oído que era un tanto adusto y esquivo. Por lo que de muchos más he oído y yo mismo deduzco de su abrumador quehacer, pienso que todo lo contrario. Era muy amigo del hombre, por el sólo hecho de ser hombre, pues, para bien del hombre vivió en permanente alerta científica. Esto, como es lógico, le llevaba al estudio profundo y ensimismamiento, hasta buscar en Dios luz para escudriñar los secretos de la naturaleza con ciencia, conciencia y fe.
Otra lección suya, por lo que he escuchado más de una vez, fue la de la elegancia en el vestir y en el hablar, incluso en su vida privada o de hogar. Cuentan que nunca se sentó a la mesa en mangas de camisa. Como psicólogo nato y erudito, sabía muy bien que la elegancia nunca pasa de moda y el atuendo define al hombre. ¡Aprendamos la lección! Nos hace mucha falta hoy, también a mí.
A la hora de irse al cielo llevaba en su nómina, junto a tanto ya dicho, algo que sólo al final de la jornada de la vida suele contabilizarse, por ser labor callada de grandes dificultades:
«Fue primer presidente de la Junta Diocesana de Acción Católica, en los difíciles tiempos de la República … Presidente del Consejo de las Conferencias de San Vicente de Paúl, Bienhechor del Seminario Diocesano y Limosnero oculto de los conventos más necesitados.«
Entre los múltiples testimonios garantes de la virtud y ciencia de Don José Gálvez como del reconocido cariño de Málaga por tan preclaro hijo escogí éste que, por su carácter de póstumo y distante en el tiempo, resulta auténtico del todo. Luce en el recibidor del Sanatorio, en un sencillo cuadro, haciendo corona a su busto con los demás distintivos pregoneros de una vida por entero consagrada al servicio de Dios y de los prójimos. Y además está eminenciado por la valía de la mano que lo rubrica, precisamente en el día del descubrimiento de la lápida que ennoblece la entrada y se ha visto al hablar del Sanatorio:
«Excelentísimo Ayuntamiento de Málaga. Descubrimos una lápida que recuerda que aquí trabajó, ejerció su ministerio un hombre que tuvo una sola norma de vida: el cumplimiento del deber.»
“Errar o lograr el éxito es algo que no siempre está en relación con el esfuerzo realizado o con la recta intención. Lo que distingue fundamentalmente al hombre bueno, es la norma que le lleva al cumplimiento del deber de cada día, te depare este cumplimiento placer; o sacrificio, pérdida o ganancia, satisfacción cuando este deber coincide con tu propia vocación profesional. Como le ocurrió a D. José como médico, o dificultades y sacrificios, cuando accidentalmente, en aras del bien común de su Ciudad, actuó como Alcalde.”
«Él siempre fue el servidor de sus enfermos, el servidor de su ciudad. Amó a todos y este amor lo mismo lo volcaba en el enfermo necesitado que en el médico joven que empezaba. Esa es una gran lección de amor que no olvidaremos los que convivimos nuestros primeros pasos profesionales con D. José. Recordaba ese otro gran Médico que es Don Antonio Moneada que cuando no le conocía nadie, cuando desde un pueblo ganó las oposiciones a Médico del Hospital Civil de Málaga, D. José, con su enorme prestigio, avaló su competencia profesional otorgándole su confianza. Lo mismo podría decir yo. Igualmente desconocido, sin más contacto que el obtener la plaza de Médico internista set Hospital Civil con 26 años, me pidió que atendiera médicamente a su familia. Así era él. Confiar en los médicos jóvenes en los que adivinaba una auténtica vocación médica fue una faceta de su vida, que yo quiero destacar como lección ejemplar. Muchos Médicos de Málaga pueden dar fe de esto.»
«Honrar a D. José Gálvez Ginachero es honrar a la Medicina y a Málaga, En mi doble personalidad de Médico y Alcalde yo doy gracias a Dios de esta oportunidad de que sea yo quien represente a Málaga en este acto, y como única nota triste lamentar una gran ausencia: la de su hijo D. José Gálvez Moll que tan feliz se hubiera sentido en este momento»
«Málaga, 29 abril de 1968 – Antonio Gutiérrez Mata.»
Me parece que son de Villaespesa los siguientes versos que aprendí de niño:
Nadie murmure de nadie
que somos de barro humano
y no hay nadie que esté limpio
siendo formado de barro.
Pues bien, he de desmentir al poeta, ya que no he leído ni escuchado nunca una sola mala ausencia de Don José y los suyos.
Ames bien, a sus hijos se han unido en matrimonio criaturas de muy altos vuelos, por su bondad y destreza. Pepe casó con Alicia Petersen; María del Carmen con Joaquín García Morato y Castaño y Josefina con Carlos Haya, no necesitando ninguno de los tres presentación en el mundo de la gente honrada, laboriosa y cristiana.
Y por broche, al pie de la letra, la copia del título de Lic. en Medicina, Él dio paso legal, rostro oficial y apoyo social a su vocación y carisma, así como aval a sus cualidades humanas y heroicas prendas cristianas, que le hicieron modelo acabado de civismo y de fe:
«EL MINISTRO DE FOMENTO – Por cuanto D. José Gálvez y Ginachero, natural de Málaga, de edad de vein-titrés años ha acreditado en debida forma que reúne las circunstancias prescritas por la actual legislación para obtener el Título de Licenciado en Medicina y Cirugía y hecho constar su suficiencia ante la Universidad de Granada el día 23 de Junio de 1883 con nota de sobre-saliente. Por tanto, de orden de S. M. El REY (q. D. G.) y en su nombre la REINA REGENTE DEL REINO expido este Titulo para que pueda ejercer libremente la profesión de MédicoCirujano en los términos que previenen las leyes vigentes. Dado en Madrid a doce de Abril de mil ochocientos noventa. El Jefe de Negociado (firma y rúbrica) – En nombre del Sr. Minist. – El Director General Vicente Santamaría de Paredes – Firma del interesado: José Gálvez Ginachero // TÍTULO DE LICENCIADO EN MEDICINA Y CI RUGIA a favor de D. José Gálvez y Ginachero // Registro General de negociado de Títulos, folio 185, núm. 118 – Registro especial del Negociado cor-respondiente, folio 172. núm. 3450 – Va sin enmienda”
Para que los estudiosos malagueños se entusiasmen, Don José Gálvez Ginachero es una bellísima flor de nuestro jardín de la cultura y la caridad, pero no la única. Otras mil adornaron y hermosean los arriates más bellos de la Diócesis y la Provincia, gracias a Dios. Conozcámoslas y démoslas a conocer.
Al Dr. Gálvez Ginachero le recuerdan en nuestra ciudad, entre otros, los siguientes monumentos:
«Avenida del Dr. Gálvez», desde el Puente de Armiñán a la entrada del Hospital Civil Provincial.
Un busto en bronce, con la siguiente leyenda sobre los nobles perpiaños del respaldar:
“AL DOCTOR GÁLVEZ GÍNACHERO, INSIGNE MALAGUEÑO / QUE CONSAGRÓ SU VIDA AL SERVICIO DE ESPAÑA, DE LA CIENCIA Y DE / LA CARIDAD CRISTIANA. MAYO 1944,»
Está en el Patio de los Naranjos, cabe la puerta de la fachada norte de la catedral.
Otro busto de mármol blanco, en el patío principal del Hospital Civil Provincial, sobre chanto o pedestal de granito blanco, su texto:
«AL EMINENTE GINECÓLOGO / Dr. GÁLVEZ GINACHERO EN CONMEMORACIÓN / DE SUS BODAS DE ORO CON / EL HOSPITAL PROVINCIAL / MÁLAGA 27 NOVIEMBRE DE 1943»
Lisardo Guede y Fernández